¿Cómo llegó El Escorial a albergar una de las principales fábricas de chocolate de Europa en el siglo XIX? La historia de la fábrica de chocolates y dulces Matías López está ligada a la llegada del tren a la villa en 1861, lo que hizo posible la instalación en la misma de la “Azucarera refinadora” sobre la que más tarde se levantaría el sueño del empresario gallego que le daba nombre. Pero quizás sería bueno empezar por conocer al artífice de la llegada de este importante centro de producción, pionero en muchos aspectos en la historia industrial de nuestro país, a El Escorial.
¿Quién fue Matías López López?
Matías López es la figura que hizo posible que una fábrica de chocolate pionera en el mundo se instalara en El Escorial en el siglo XIX. Nacido en Sarria, provincia de Lugo, -en 1825 o 1826, en función de la fuente consultada-, fue lo que popularmente se dice un hombre hecho a sí mismo. Sus orígenes humildes, en el rural gallego, no fueron obstáculo para que consiguiera destacar en distintos ámbitos en su carrera tanto comercial como política, y que se adelantara, con algunas de sus decisiones, a su propio tiempo.
Con poco más de 15 años, Matías López se trasladó a Madrid, donde ya residía alguno de sus hermanos (fueron 5 en total contándole a él). Allí encontró trabajo en una sastrería que poco tiempo después dejó para emplearse en un comercio de comestibles situado en la calle Fuencarral, y más tarde, y en esa misma calle, en la esquina con Infantas, entró a trabajar en la fábrica de chocolate de Francisco Javier Arnavi, donde se desarrolló en el mundo del comercio y conoció los secretos de la elaboración de este producto. Paralelamente, entre 1840 y 1849, Matías López invirtió en su propia formación, cursando estudios de administración, matemáticas y francés que le ayudaron a convertirse en cajero principal de la compañía.
Los esfuerzos del joven Matías López -se ha escrito que llegó a dormir bajo el mostrador del obrador en el que trabajaba- dieron sus frutos. En 1850, fruto de tantos esfuerzos, parece que logró acumular 6.000 reales, y un año más tarde, con apenas 26 años, logró tener su primer molino de chocolate, que estuvo ubicado en la calle Jacometrezzo de la capital. Poco después, en 1853, Chocolates Matías López comenzaba a funcionar.
Apenas dos años después, en 1855, el joven empresario adquirió un nuevo molino en la calle Tudescos para aumentar su capacidad productiva, pero poco después se haría patente la necesidad de dar un nuevo salto hacia deltante, huir de la producción manual y apostar por nueva maquinaria industrial. Por ello, Matías López visitaría París y otros centros de producción más allá de nuestras fronteras para inspirarse, traer tecnología y multiplicar su capacidad de fabricación. Así, en 1866 se instala en la Palma Alta y Velarde, donde construye un gran edificio en el que gracias a la instalación de maquinaria de vapor más potente llegaría a fabricar más de 6.000 libras de chocolate al día.
Es así como, poco a poco, el negocio del empresario gallego va prosperando, permitiéndole, en 1874, construir la Gran fábrica de Chocolates y Dulces Matías López en los terrenos de la antigua azucarera refinadora de El Escorial.
Un adelantado a su época
Pero no solo fue un adelantado a sus días por su permeabilidad a los adelantos tecnológicos que mostraban tan buenos resultados -como lo hicieron aquí- fuera de nuestras fronteras. En materia social y laboral también lo fue. No en vano, diseñó una auténtica ciudad jardín en los alrededores de la fábrica en la que daba alojamiento a medio millar de trabajadores y sus familias. Trabajadores que dispusieron de seguro de enfermedad, mutualidad, escuela en las propias instalaciones en las que también se hospedaban los maestros, tahona, economato y demás servicios para hacer más fácil la vida de sus empleados, que un año y medio después de comenzar la producción en El Escorial fabricaban 16.000 libras de chocolate al día.
Con motivo de la exposición “Imaginario Escurialense. La Fábrica de Chocolates de Matías Lopez”, realizada por el Ayuntamiento de El Escorial en el monasterio de prestado en 1996, se editó un libro lleno de información sobre la historia de la fábrica titulado “Cuando El Escorial olía a chocolate”, de Gregorio Sánchez Meco, y un fantástico vídeo -el de aquí arriba- que se puede consultar en YouTube y la web del consistorio en el que nos podemos hacer una buena idea hoy de cómo era el complejo fabril escurialense.
Matías López, político
Además de como empresario, Matías López destacó como político. Comenzó su carrera pública como concejal del Ayuntamiento de Madrid, dando el salto en 1872 al Congreso de los Diputados como diputado por Sarria, escaño que volvió a ocupar en distintos periodos electorales. Más tarde, el propio rey Alfonso XII le nombraría Senador Vitalicio, en buena medida por su contribución fiscal dado el éxito de sus negocios.
En línea con sus intereses empresariales, participó también de la creación del Círculo de la Unión Mercantil, en 1887, germen de lo que es hoy la Cámara de Comercio de Madrid.
En otro orden de cosas, cabe destacar que Matías López fue también la primera persona que intentó crear el Centro Gallego de Madrid, algo que acabaría consiguiendo su sobrino Venancio María Vázquez y López, que al igual que su tío también emprendió como productor de chocolate, galletas y otros productos. ¿Casualidades del destino?
¿Qué queda de la fábrica de Chocolates y Dulces Matías López de El Escorial?
De la antigua fábrica de chocolates y dulces Matías López de El Escorial hoy solo se conserva la zona ajardinada que daba acceso a las instalaciones fabriles, aunque no es descartable que en el subsuelo puedan hallarse restos de las mismas.
El acceso a los jardines de la antigua fábrica resulta muy sencillo. Para los visitantes que llegan en tren hasta El Escorial es uno de los primeros puntos de interés con el que se encuentran nada más salir de la estación si se dirigen hacia San Lorenzo de El Escorial.
Llama la atención el cerramiento de los mismos, compuesto por un zócalo de piedra sobre el que se asienta una verja metálica y en el que, subiendo por la calle Santa Rosa, encontramos un acceso al recinto a través de una puerta de metal flanqueada por dos llamativas esculturas colocadas sobre las columnas que la enmarcan. Tal como se puede ver en la imagen superior y en la galería, es en este acceso donde un cartel recuerda la existencia de la fábrica que tantas vidas endulzo décadas atrás.
Aún hoy, en el interior del jardín, y fácilmente observable desde la calle o desde el paseo que da acceso a los locales comerciales existentes debajo del edificio de viviendas perteneciente a la urbanización Parque Real que ocupa ahora los terrenos de la fábrica, podemos ver una pequeña edificación de ladrillo de planta octogonal y una fuente de la época.
Finalmente, la fábrica de Chocolates y Dulces Matías López dejó de funcionar a comienzos de la década de los 60. No obstante, recientemente, se ha relanzado la propia marca de chocolates, en cuya web hay muchos más detalles sobre esta histórica enseña y de la fábrica de El Escorial.