La arquitectura del monasterio de El Escorial dejó huella, dando lugar a lo que se conocería como estilo herreriano o escurialense, o arquitectura herreriana a secas, que se desarrolló en el último tercio del siglo XVI en España y se mantuvo vigente durante el siglo XVII, aunque influido por las corrientes barrocas del momento. Un estilo clásico, sobrio, que debemos al proyecto realizado por el arquitecto Juan de Herrera (1530-1597) tras la muerte de Juan Bautista de Toledo (1515-1567), quien firmara el primer diseño del monasterio de El Escorial.

Pero el estilo herreriano trascendió los límites de El Escorial y la sierra de Guadarrama llegando a dominar proyectos como el Palacio Ducal de Lerma, otra de las cimas de la arquitectura herreriana, o el Palacio de Santa Cruz, en Madrid. No en vano, la mayor parte de los edificios civiles levantados en la capital durante los reinados de Felipe III y Felipe IV siguieron las pautas arquitectónicas del monasterio.

Características del estilo herreriano

El estilo herreriano se caracteriza por su rigor geométrico, la relación matemática entre los distintos elementos arquitectónicos, sus volúmenes limpios y el predominio del muro sobre el vano. En cuanto a la decoración, la nota característica es la ausencia casi completa de decoración.

Los edificios herrerianos destacan por su horizontalidad, el equilibrio de formas cúbicas y la simetría. Como notas distintivas, los edificios suelen presentar cubiertas de madera revestidas de pizarra y torres laterales que concluyen con chapiteles cónicos o piramidales cuadrangulares terminados en punta: «chapiteles madrileños» que refuerzan la simetría dominante en los edificios, tal como vemos en el palacio madrileño que ocupa este post.

Cárcel de la Corte

El Palacio de Santa Cruz, o Cárcel de Corte, ubicado junto a la Plaza Mayor de Madrid, alberga hoy la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España. Lo cierto es que fue usado como cárcel hasta el reinado de Felipe V, quien finalmente lo convirtió en un palacio que hoy es uno de los edificios más representativos del Madrid de los Autrias.

Junto a las funciones de cárcel, el edificio albergó la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, una institución administrativo-judicial castellana que impartía justicia en última instancia y ejercía las funciones de gobierno de la ciudad, especialmente en cuanto a su condición de sede de la Corte, siendo dependiente del Rey y del Consejo de Castilla.

El edificio combina el ladrillo visto y el granito, que se emplea en esquinas, portadas, dinteles y alféizares, así como en los chapiteles que rematan las torres.

“La cárcel de Madrid es un edificio tan bonito que parece más apropiado para ser el palacio de un príncipe que una cárcel para criminales, y vivir en ella tendría que ser más bien un placer que una pena, si no fuese por el sufrimiento de estar encerrado”, señalaba Robert Bargrave, conocido mercante inglés, en su visita a España en 1654.